La Lluvia
“alé limón, alé limón
el puente está caído”
La lluvia suena como la vida misma, a veces intensa, alegre y otras tristes y solitaria. Es como una mujer, aparentemente débil pero capaz de cargar por nueve meses, y concebir a la vida misma, pero otras veces es un río lleno pasión y reclamos, capaz de derribar cualquier barrera.
Hoy la lluvia vino a mi casa, comenzó como un juego, un soplo de agua débil y cariñoso, un jugueteo inocente, que lentamente se convirtió en un juego mordaz. Yo trataba de ignorarla, no quería verla correr por el río detrás de mi casa, no quería ver como iba engordando sus extremos, y como lentamente caía en las calles y corría para seguir alimentando el agua del río.
Miré al cielo, y la lluvia hizo un gesto de detenerse, pero al bajar la mirada, sonrío y sopló con más fuerza dejando caer gotas más gruesas. Mi casa temblaba, desde la calle llena de agua y lodo, juraba oírla llorar. Mi casa, triste y pobre, que tanto calor me daba, temblaba frente al agua que subía ya a sus paredes. Y así lloraba, no podía hacer nada por ella, sólo rogar que el río no llegara a crecer más. El limonero del patio ya sucumbía en las aguas y sus raíces crujían. Al salir de último mi mamá, triste y derrotada por la lluvia; la casa dio un alarido, como nunca he oído ni en las mejores películas de terror, y vi la crecida acercarse por detrás, como un animal de presa, y asaltar mi casa, has engullirla casi por completo.
El techo era lo único que se asomaba, las entrañas de mi casa, muebles, cocina y aparatos, salieron a flote, siguiendo el camino del agua. Y en un instante, mi casa dio un último quejido, el techo desapareció y fue arrastrado hacia el mar. En ese momento noté que me mojaba, me sentí desnudo, con frío y ardor, a la vez. Los gritos de mis familiares y amigos, no conseguían moverme y el río crecía hacia mí. Juro que había perdido mi lugar en este país, en este mundo. Juro que sentía como si hubiera perdido la vida o un a ser querido. Y entonces comprendí que mi casa había muerto, y ahora era huérfano de un lugar en la tierra. Comencé a caminar y el resto se hizo historia social, un damnificado en el número de víctimas del desastre natural. Y así la historia se hizo impersonal, multitudinaria, pero yo sigo con la tristeza y el terror adentro.
Ben- febreo 14-05